La estabilidad política de una nación requiere de una Carta Magna que refleje la realidad del país, afirma Julio Sancliment.
Como parte del Seminario “A doscientos años de la Constitución de 1824. Una revisión histórica del constitucionalismo liberal mexicano”, organizado por el Senado de la República, la Antigua Casona de Xicoténcatl fue sede de la sesión titulada “Pensamiento y evolución en la Constitución de 1917″, a cargo de Julio Eduardo Sancliment Martínez.
Durante la exposición, el ponente subrayó que la estabilidad política de una nación requiere una Constitución que refleje la realidad del país y un gobierno que esté en sintonía con las necesidades de la población, es decir, la Carta Magna debe ser un vínculo entre el gobierno y la sociedad.
En ese sentido, Sancliment Martínez afirmó que la Constitución de 1917 es un documento que ordena los destinos de esta patria, además de que busca plasmar los anhelos de las y los mexicanos y aspira a establecer todo aquello en lo que no podemos estar en desacuerdo como sociedad: libertad, igualdad, paz, justicia y dignidad.
El catedrático aseveró que ninguna Constitución puede perdurar, ni adaptarse a la práctica si no refleja las condiciones sociales, por lo que el verdadero trabajo de los constituyentes no era crear algo desde cero, sino interpretar el espíritu del pueblo, es decir, la cultura de nuestro país.
Además, dijo que el texto constitucional debe estar en sintonía con el estado actual de la sociedad y generar las condiciones adecuadas para que las personas puedan seguir evolucionando y tenga mejores condiciones de vida.