El día de hoy iniciarán los trabajos de la LXVI Legislatura del Congreso de la Unión. Las Cámaras del Poder Legislativo serán renovadas en su totalidad, con lo que este Poder tendrá caras nuevas y voces distintas; algunas no tanto, como los Legisladores que alternarán de una Cámara a otra. Lo cual podrá enriquecer los debates tanto en San Lázaro como en el edificio de Reforma con Insurgentes.
Un mes más adelante, México tendrá un nuevo titular del Ejecutivo Federal, que por primera vez en la historia del país, tal distinción recaerá en una mujer.
Es decir, dos de los 3 pilares sobre los que descansa la República serán novedosos e inéditos. El tercero, es decir el Poder Judicial, hoy se encuentra bajo fuego cruzado y en un debate cuyo resultado es imprevisible. El Poder Judicial es objeto de diversos adjetivos, unos más fuertes y severos que otros, pero su futuro, sea cual fuere, pasará inevitablemente por las manos y votos de los Diputados y Senadores de la presente legislatura.
El país tendrá una nueva fisonomía; y marcha al parecer, a pasos agigantados a una reconfiguración total en la cúpula del gobierno (incluso sin reforma del Poder Judicial, en los 3 Poderes de la Unión); y es probable, que de concretarse esta, se vaya trasladando de forma paulatina a los estratos que yacen por debajo del poder público que se encuentra en la punta de la pirámide.
¿Qué se vislumbra en lo inmediato? Sin duda, la renovación de ambas Cámaras, Senado y Diputados Federales. Cambios en la capital del país y el arribo de Clara Brugada como nueva Jefa de Gobierno. Las mujeres nuevamente como se mencionó, siendo protagonistas de posiciones de tomas de decisiones en la capital del país como en algún momento fueron Rosario Robles, Claudia Sheinbaum y ahora Brugada, en 27 años de reciente historia.
La discusión de las propuestas de quien se niega a dejar el poder y dejarle entuertos a su sucesora; el primero, la del Poder Judicial. Más adelante, el paquete financiero de Egresos e Ingresos del 2025; y si el sentido común se impone, el necesario estudio de una Reforma Fiscal.
Alguien lo tiene que decir: el país no puede seguir endeudándose en secrecía, ni de forma alarmante e irresponsable; los programas sociales, convertidos en electorales, deben tener “colchones” financieros que permitan mantenerlos viables y sin cargo al endeudamiento de la nación. La administración saliente ha sangrado suficientemente al país, gastándose los ahorros heredados por administraciones pasadas. Los Fideicomisos y sus recursos destinados para las obras faraónicas; lo mismo el incremento en la recaudación fiscal que los grandes contribuyentes y deudores del pasado, saldaron en este gobierno, es decir, pagados esos saldos y deudas fiscales ante el SAT, ya no hay “de donde agarrar”. Mantener el actual gasto público sin ingresos que lo sostengan solo significaría endeudar aun más al país e hipotecar el futuro de millones de mexicanos. Y tampoco se puede esperar que las remesas del extranjero suplan las responsabilidades que deben haber de este lado de la frontera.
El PRI sabrá actuar con la integridad que siempre lo ha caracterizado. Diseñador y constructor de las instituciones que fueron el sostén de la Nación en todo el siglo pasado y parte del actual, dará sus opiniones basadas en la buena experiencia y en la responsabilidad que demanda el momento actual. El PRI no será oposición que viva del chantaje y muchos menos la que convalide al oficialismo. El espíritu de la democracia y del ejercicio de la buena política es que grupos e intereses distintos dialoguen y se pongan de acuerdo, y que esos consensos sean para el beneficio del colectivo social que es el entretejido del México de hoy.
La historia lejana y cercana, señala y reconoce un PRI en el que sus gobiernos supieron darle la estabilidad necesaria al México del Siglo pasado y del actual. Tres alternancias políticas-partidistas a partir de enero del año 2000, se dice fácilmente. Pero si uno observa el contexto general de América Latina, se descubre que México fue el único país que logró sus transiciones sin mayores derramamientos de sangre, y sin pasar por militarismos gubernamentales como sí los vivieron Uruguay, Chile, Argentina, Brasil, Republica Dominicana, Haití, Venezuela, Ecuador, Bolivia, El Salvador, Guatemala, Cuba, Nicaragua y prácticamente todo el resto del Continente. Incluso con el vecino del Norte, tenemos igualmente saldos favorables en estabilidad política. Lejos estamos de Nixon o de los atentados a Reagan y a Trump; y muchos más ajenos a eventos como el magnicidio de J. F. Kennedy. Y en el Sur, nada lejanamente similar a lo de Salvador Allende en Chile.
Si el PAN y Morena tuvieron condiciones para asumir el poder y ejercer gobiernos en un entorno social de paz y estabilidad fue gracias al PRI, y por supuesto al pueblo de México, que contó con los esquemas y estructuras públicas en salud y educación que lo fortalecieron como sociedad madura; todo ello diseñado y consolidado bajo la tutela de la responsabilidad tricolor.
Hoy que asumo la honrosa responsabilidad de ser representante popular, lo hago consciente del legado del partido del cual soy militante orgulloso, y que más allá de eso, impera el sentido de defender los intereses de la Patria.
Así será, acatando plenamente el juramento de respetar la Constitución y las leyes que de ella dimanen.